Estas montañas fueron refugio de grupos humanos en el Neolítico, Edad del Cobre, del Bronce, del Hierro, romanos... Pero también fueron frontera entre diferentes culturas, religiones y reinos. La Rioja Alta fue territorio fronterizo entre visigodos y árabes, árabes y astures, cristianos y musulmanes, castellanos y navarros... ¡un sinvivir! Un territorio peligroso a lo largo de los siglos para la población que osaba permanecer en él. Y cuando las razias y las disputas se hacían insoportables, se buscaba refugio en el monte, en cuevas y abrigos, alguno de los cuales terminó como ermita rupestre. Los Obarenes: frontera... y refugio.
Frontera natural e histórica
Los Obarenes constituyen una barrera natural con dirección NO-SE que detiene los frentes del Cantábrico y las brumas del valle del Ebro en su vertiente norte, reduciendo notablemente las precipitaciones en la cara sur, una solana inmisericorde que además es escarpada y pedregosa. Así que las especies que colonizan esta zona están especialmente adaptadas a estas condiciones. Cuando cruzamos la divisoria por los «portillos» o «callejones» que hay entre los farallones, nos encontramos con un bosque diferente, húmedo y frío. Al sur nos pincharemos con las hojas de las coscojas y los aladiernos, y en la ladera norte veremos avellanos, rebollos y hayas.