Frontera natural e histórica

Los Obarenes constituyen una barrera natural con dirección NO-SE que detiene los frentes del Cantábrico y las brumas del valle del Ebro en su vertiente norte, reduciendo notablemente las precipitaciones en la cara sur, una solana inmisericorde que además es escarpada y pedregosa. Así que las especies que colonizan esta zona están especialmente adaptadas a estas condiciones. Cuando cruzamos la divisoria por los «portillos» o «callejones» que hay entre los farallones, nos encontramos con un bosque diferente, húmedo y frío. Al sur nos pincharemos con las hojas de las coscojas y los aladiernos, y en la ladera norte veremos avellanos, rebollos y hayas.

 Vertiente sur de los Obarenes riojanos. En segundo plano sobresale “Cerrolotero”, atalaya natural próxima a una necrópolis altomedieval. Al fondo, los riscos de Cellorigo —enclave defensivo durante siglos— y el monte de Foncea, que nos lleva hasta Pancorbo.
Vertiente sur de los Obarenes riojanos. En segundo plano sobresale “Cerrolotero”, atalaya natural próxima a una necrópolis altomedieval. Al fondo, los riscos de Cellorigo —enclave defensivo durante siglos— y el monte de Foncea, que nos lleva hasta Pancorbo.  

Estas montañas fueron refugio de grupos humanos en el Neolítico, Edad del Cobre, del Bronce, del Hierro, romanos... Pero también fueron frontera entre diferentes culturas, religiones y reinos. La Rioja Alta fue territorio fronterizo entre visigodos y árabes, árabes y astures, cristianos y musulmanes, castellanos y navarros... ¡un sinvivir! Un territorio peligroso a lo largo de los siglos para la población que osaba permanecer en él. Y cuando las razias y las disputas se hacían insoportables, se buscaba refugio en el monte, en cuevas y abrigos, alguno de los cuales terminó como ermita rupestre. Los Obarenes: frontera... y refugio.

Cartel a la entrada de Galbárruli, puerta de los Obarenes.
Cartel a la entrada de Galbárruli, puerta de los Obarenes.
Cartel Galbárruli frontera Obarenes ©MAD2022 (28MB)