Cuevas, ermitas y palomares
Hemos utilizado las cuevas desde tiempos remotos. Naturales o artificiales, las hemos usado como refugio, vivienda, espacio de culto, lugar de enterramiento, aprisco para el ganado, palomar, almacén, guardaviñas o bodega. Las cuevas como refugio de anacoretas y espacio religioso de ermitaños tuvieron su apogeo en la Antigüedad tardía (IV-VIII), especialmente en este territorio de frontera religiosa y militar, inestable y peligrosa. En la Edad Media desaparecieron muchas o se reutilizaron con otros fines, pero algunas dieron lugar a templos estables e incluso a importantes cenobios, como sucedió con el monasterio de San Millán de Suso.
Grabado del monasterio de San Miguel del Monte o de la Morcuera, ya en el término de Miranda de Ebro, en la etapa de la desamortización de Madoz. Se edificó a partir de una pequeña ermita construida sobre cavidades naturales frecuentes en esa zona. Grabado del Semanario Pintoresco Español del 3 de abril de 1853, Madrid.
Mesa informativa colocada junto a la ermita de San Martín, en el cerro del mismo nombre y que domina el pueblo de Castilseco.